Julio es el mes donde las calles son adornadas con banderas,
escarapelas y metros de tela en tonos rojo y blanco.
Lima está más gris que nunca y en las mañanas hay garúas que
mojan ligeramente las calles de la ciudad.
En Julio la sensación de frío aumenta y no provoca salir de
la cama o si estamos en la calle, nos gustaría buscar algún lugar para tomar
una taza con alguna bebida caliente. Durante el invierno limeño, en mis manos
aparecen algunas manchas moradas y si estoy fuera de casa, trato de buscar
algún sitio para tomar un café caliente. El año pasado encontré un rincón
colombiano donde puedo disfrutar de su excelente café, escuchar su música tan
alegre mientras que estoy comiendo algo de la culinaria de este país vecino
(precisamente, el 20 de Julio celebran su fiesta nacional), hay un ambiente de
fiesta en el local.
En una cadena de supermercados, los empleados usan ponchos
blancos con pañuelos rojos para mostrar su peruanidad:
Y el domingo más próximo al 28 de julio de todos los años,
organizan un corso en las calles de Miraflores, el mismo que fue suspendido en
1992, porque días antes había ocurrido el atentado de la calle Tarata y en el
2009, por temor a un contagio masivo de la gripe AH1N1, aunque en aquel año, se
postergó para el primer domingo de setiembre.
El espectáculo es el de siempre: Carros alegóricos,
desfiles, reinas de belleza, luminarias y siempre habrán multitudes, pero hay
personas que les gusta y separan sus lugares desde las primeras horas de la
mañana.
En Julio, también es el mes en el que el que se realizan
muchas actividades protocolares en el Estado y muchos esperan saber qué cosas
nuevas dirá el Jefe de Estado en su mensaje a la nación que realizará en el
Congreso.
Otros prefieren salir de la ciudad y deciden escapar del
frío y la humedad, así que se van al campo o a las playas del norte.
Estaba recordado que en algunas veces, he jugado bingo un 28
de julio, recuerdo que una vez en esa fecha me regalaron un libro que aún
conservo (tiene una dedicatoria en la primera página, fue en 1998), una vez me
tocó realizar un trabajo de investigación con mis compañeros de la universidad
y una vez tuve que ir con mi madre al velorio de una persona que no conocí,
hacía un frío espantoso en el local
donde estaba el féretro, así que tuve que ponerme mi abrigo de lana para ir de
acuerdo a la ocasión y para no enfermarme.
Este año, no necesitaré de café caliente, abrigos de lana,
no iré a ver el corso ni jugaré bingo, ni sentiré la garúa en mi rostro, estaré
en las tierras piuranas, pero será por un tiempo más, pronto será el momento
para volver a la tierra en que nací.
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